Miércoles, 29 de Octubre de 2025 |

Ruta Playa de La Arena desde Bilbao

Por la zona minera y ambas márgenes de la ría

Texto: Pedro Vallejo Fotos: José Miguel Llano Perfil: APM Martes, 28 de Octubre de 2025

 

A la salida del trabajo me esperaba Txemi, el fotógrafo de la publicación que estas leyendo. Tres días atrás había recibido un e-mail diciendo que ya estaba la bicicleta Riese & Müller que iba a utilizar para realizar esta ruta en Motor Verde, la tienda de bicicletas eléctricas de referencia en Bilbao. Ana, la responsable de la tienda, me dijo que era la primera Riese & Müller con motor Pinion que llegaba a la tienda y después de algunas explicaciones de cómo funcionaba y comprobar que todo estaba en perfecto orden, salí de allí muy ilusionado; era la primera bici que probaba para la revista Bizikletan / Andar en bici y mi primera ruta. La usé un par de veces antes del día del reportaje y la bici reacciona con potencia si la exiges, es silenciosa y en vez de llevar cadena, lleva una correa de transmisión, aparte de amortiguación bloqueable tanto delante como detrás, una tope de gama en toda regla.

 

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Primeras fotografías delante de la casa consistorial de Bilbao, junto a la  escultura “Variante Ovoide”, de Oteiza. El edificio del ayuntamiento, que data de 1892 y es obra del arquitecto municipal Joaquin Rucoba, de diseño ecléctico, en su interior alberga un salón donde se recibe a las autoridades y se llevan a cabo eventos importantes como las recepciones al Athletic y al Bilbao Basket. El salón es de estilo árabe y nos recuerda a los cuentos de las mil y una noches. Merece la pena realizar la visita guiada siempre con cita previa.

Cruzamos el puente del ayuntamiento y giramos a la derecha siguiendo el carril bici. Enseguida nos encontramos con otra de las esculturas que engalanan ambas partes de la ría, y una de mis favoritas: “Las Sirgueras”, en homenaje a las mujeres que tiraban desde tierra de la sirga que acercaba los barcos a la orilla, para su carga y descarga. La obra es de Dora Salazar.

Un par de fotos más en las torres Isozaki, sitas en el antiguo edificio del Depósito Franco, que aún conserva parte de la antigua fachada. Cómo no, luego nos topamos con el Museo Guggenheim, la obra de Frank Gehry que, según parece, comenzó con un boceto en una servilleta de papel. 

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Al final del carril bici, nada más llegar al palacio Euskalduna, sede de congresos y conciertos, giramos a la derecha y luego de atravesar una pasarela de madera llegamos al museo marítimo. Cerca de la entrada queda un mural con una imagen de Bilbao en gigante, y un poco más adelante “la Carola”, nombre cariñoso que recibe la única grúa que quedó después de desmantelar Euskalduna, el astillero mítico insignia de la lucha obrera por conservar puestos de trabajo, sueldos justos y la calidad de vida durante los años ochenta.

 

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A la entrada del barrio de Olabeaga, también conocido como Noruega, hay un edificio con la palabra SOÑAR que ocupa toda la fachada y hace referencia a que, en Bilbao, los sueños pueden cumplirse. El apodo de Noruega al barrio de Olabeaga se debe a que los barcos noruegos cargados de bacalao, debido a su calado, no podían llegar hasta el centro de la villa y tenían que descargar su preciada mercancía en el embarcadero de Olabeaga. Desde entonces existe una conexión especial entre Olabeaga y Noruega.

 

Llegamos a Zorroza, último barrio de Bilbao por la margen izquierda, y entramos a Barakaldo por el barrio de Burceña y Lutxana, siempre por ruta ciclable. Las casas viejas y las de nueva construcción se entremezclan en una algarabía que nos hace entrever hacia dónde avanza nuestra sociedad. Un poco más adelante, en vez de encontrarnos con los Altos Hornos de Bizkaia y sus chimeneas humeantes, nos espera un espacio ajardinado con edificios residenciales y un pequeño embarcadero, que de momento no tiene barquito alguno, pero tiempo al tiempo. ¿Dónde trabajarán todas estas personas que viven en estos nuevos edificios? Si no queda fábrica alguna. Me lo pregunto, pero la respuesta es evidente, la mayoría en el sector servicios y alguna que otra industria de vanguardia.


Seguimos por el carril bici hasta Sestao y más de lo mismo: no hay rastro de lo que fue la Bizkaia industrial. En vez de depósitos de escoria para alimentar los altos hornos, ahora hay áreas recreativas con bancos, fuentes y parrillas para hacer barbacoas. Oda al ocio y al tiempo libre, los lugares de trabajo provenientes de las minas se han desplazado a modernos edificios. Gracias a estos carriles peatonales y de bicicleta, nos encontramos con muchos paseantes y ciclistas que vienen y van. Estoy seguro de que la mayoría lo hacen como parte de una rutina saludable de ejercicio físico y mental, es por ello por lo que se han de invertir más recursos en este tipo de infraestructuras en detrimento de las hasta ahora omnipresentes que potencian otras formas de desplazamiento más sedentarias como es el automóvil.

 

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Seguimos por la orilla del rio Galindo, que, al igual que el río Nervión, luce ahora limpio y huele a río. Por fin, han dejado de ser las cloacas navegables donde todas las fábricas vertían sus residuos sin filtro alguno. 


Continuamos por nuestro carril bici y llegamos al barrio de Sanfuentes. El camino zigzaguea entre pasos de cebra. Seguimos por la antigua Vía Galdames, uno de los varios trenes mineros que penetraban en esta zona.

Pasamos Gallarta y nos encontramos con uno de los muchos puntos de mantenimiento y reparación de bicicletas instalados por la Diputación Foral de Bizkaia en colaboración con los municipios. Son los denominados “Bizi Puntos”, que sirven para el mantenimiento y limpieza de las bicicletas. Atravesamos un par de túneles que constituyen verdaderas obras de ingeniería civil teniendo en cuenta la época en la que se construyeron. Por ellos pasaban los ferrocarriles que transportaban el mineral de hierro desde las minas sitas en el interior del territorio, hasta la dársena de Sestao, donde se embarcaba el mineral rumbo a Gran Bretaña y a su revolución industrial. Su alta calidad fue clave para el desarrollo industrial de la zona y para la transformación social de Bizkaia.

 

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Ya en Pobeña, para ir hacia la playa de La Arena hay un giro muy cerrado, por lo que es necesario prestar atención y entrar por el paso de cebra, pues el bordillo es muy alto. Conectamos con el Camino de Santiago.

Pobeña suele ser un final de etapa habitual, ya que dispone de albergue. Volvemos a cruzar el río Barbadún esta vez en su desembocadura, llegando así a la playa de La Arena, que atravesamos a través de un camino de tablas por encima de la arena. A estas horas, nuestra querida Bizkaia se ha engalanado con su vestido blanco en forma de bruma, como canta Benito Lertxundi: “Bizkaia maite, atzo goizean ikusi zintudan soineko xuriz jantzia” (Querida Bizkaia, te vi ayer por la mañana con tu vestido blanco). Ya no se levantó la niebla durante el resto de la ruta.

 

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Seguimos por el carril bici de la Arena dirección Santurtzi. Este fue el primer carril que construyó la Diputación de Bizkaia allá por el año 1986. En su primera fase unía Ortuella con la Arena a través de nueve kilómetros. Posteriormente se expandió hacia Santurtzi, siendo uno de los más transitados, Desde Bizikletan / Andar en Bici animamos a la Diputación a que siga por este camino hacia la movilidad sostenible y conecte todos los municipios de Bizkaia con sendas seguras, señalizadas y bien diseñadas.


Cogemos el bidegorri a la derecha, para subir de nuevo en dirección a Sanfuentes. De nuevo, hay que estar atentos, no hay pérdida posible. Ascendemos hasta pasar por debajo de la cargada autovía de Bilbao a Santander y la refinería petroquímica de Muskiz. Por las noches tiene tantas luces que parece la nave nodriza de una película de extraterrestres que ha aterrizado allí. Generando combustible para que vayamos de un sitio a otro apostando por la hipermovilidad y el cambio climático, llegamos a una loma desde donde se divisan las poblaciones de Santurtzi y Portugalete al fondo, miles de corazones que se emocionan a la vez cuando ¡algún jugador del Athletic de Bilbao mete un gol!

 

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Entramos muy rápido a las calles de Santurtzi. Mejor aflojar un poco, pues el tráfico suele ser denso. Al olor de las sardinas hemos parado en el Hogar del Pescador, delante mismo del pequeño puerto pesquero de la villa, y, como si fuéramos gatos, el olor nos ha abierto el apetito y hemos degustado una docena de ricas sardinas con txakoli, el vino blanco por excelencia de Bizkaia. De aquí al puente colgante de Portugalete no queda nada; no es fácil saber dónde termina un municipio y dónde empieza el otro. Antes de tomar el transbordador del puente colgante hemos entrado a saludar a Andoni Maseda, que regenta la panadería “Alaiaren Ogia” (“El Pan de la alegría”), frente al antiguo mercado, lugar ahora de proyectos autogestionados y conciertos para jóvenes. Andoni es panadero, pero su pasión es la fotografía. Pasad y deleitaos con los pasteles caseros que hace su mujer y con su fluida conversación. Sus fotografías decoran el establecimiento. Una de las últimas tomadas es a Lou Reed en el concierto que ofreció en la villa. El trayecto de Portugalete a Getxo en el transbordador del Puente de Bizkaia es corto, pero muy emotivo. A nadie le deja indiferente, es una construcción de ingeniería civil inaugurada en 1893, el primero de esta tipología en el mundo y uno de los ocho que aún se conservan.

 

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Ya estamos en la margen derecha de la ría y nuevamente tomamos un carril bici que nos lleva ría arriba hacia Bilbao. Es precioso observar a nuestra derecha la perfecta línea de agua, rota por las olas de una embarcación que rompen sonoramente contra el paseo marítimo. Se puede seguir derecho hasta Bilbao, pero nuestra ruta se desvía antes de llegar a Astrabudua para subir por el barrio de Altzaga; es muy recomendable realizarla. Comprobaremos cómo a escasos metros de la urbe hay vida rural, veremos vacas, ovejas y hasta un barco en la puerta de un caserío. La vista sobre la ría es espectacular. Bajamos directamente a Astrabudua, atravesando la plaza Iosu Murueta, en homenaje a quien fuera muerto a tiros en 1969 durante una manifestación contra la contaminación atmosférica en Erandio, descanse en paz este ecologista.


Ponemos rumbo a Bilbao por carretera, pues aún no está terminado el carril bici que la Diputación está construyendo. La asociación Biziz Bizi realizó casi cuarenta marchas de Bilbao a Portugalete, cada último sábado de mes, reivindicando la ciclabilidad completa de estos tramos. Parece que ahora va en serio y pronto será realidad.

 

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Antes de entrar en la villa el olor salado de la ría se entremezcla con el dulce del río haciendo de esta ruta en bicicleta un deleite para los sentidos. Paramos para realizar las últimas fotografías frente al nuevo estadio de San Mames, la catedral mundial del fútbol. Mis amigos de juventud soñaban con llevar a la espalda el número 9 de Manolo Sarabia, el 10 de Urtubi, el 5 de Goiko o el 1 de Andoni Zubizarreta, yo siempre fui más de Marino Lejarreta. Terminamos donde empezamos, en el ayuntamiento de Bilbao. Un poco antes queda la escultura del “Tuercebarras”, de Jesús Lizaso. Para los que aún tenéis tiempo, después de realizar esta bonita ruta podéis acercaros al Bar Esperanza en la calle del mismo nombre, en la entrada al Casco Viejo, donde Javi os atenderá como en un bar de barrio, aunque esté en el centro de Bilbao.

 

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