Miércoles, 29 de Octubre de 2025 |

La Pajarocleta

Mucho más que un simple paseo en bicicleta, una experiencia única que combina diversión, aprendizaje y sostenibilidad.

Por Elena Krause Fotos: La Pajarocleta Martes, 28 de Octubre de 2025

 

Los nueve límites planetarios son umbrales de seguridad que marcan líneas infranqueables que no podemos cruzar sin comprometer la estabilidad del Sistema Terrestre. Mantenernos dentro de estos márgenes es vital para sostener la vida en nuestro planeta.  El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son dos de ellos y ya los hemos traspasado. No son buenas noticias, puesto que somos seres radicalmente ecodependientes. 


Sin embargo, seguimos de espaldas -y en guerra- a la naturaleza. Así que recuperar la conexión con el mundo vivo es una tarea imprescindible. Para hacerlo solo tenemos que pasear por las calles de nuestras ciudades y mirar atentos a los pájaros en el cielo, en los árboles y en los tejados. La fórmula perfecta es que además lo hagamos sobre nuestras bicis. En esto consiste La Pajarocleta: una iniciativa que persigue la concienciación ambiental a través de los sentidos, del juego y la diversión. 


Son un ejemplo potente de cómo la educación ambiental puede ser a la vez científica, afectiva y transformadora. Y de cómo la bici es el instrumento perfecto para ello porque, lento y silencioso, nos conecta con el entorno. Parafraseando a Clarice Lispector: en un martín pescador, en un vencejo y en un petirrojo -pequeños como son- cabe todo un ecosistema, pero si no les prestamos atención, se nos escapan. 


De esto, de bicis, de educación ambiental, de ciudades vivas y amables, de atención y de amor a las aves, nos hablaron David, Iñaqui y Rubén, miembros de La Pajarocleta. Aquí os dejamos la entrevista. 

 

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Me gustaría que os presentaseis: ¿Quiénes sois? ¿Desde cuándo estáis en este proyecto? ¿Y por qué? 

 

David Ijalba:
El proyecto nace porque, por una parte, se juntan ADALAR (la Asociación de Ambientólogos de La Rioja) y la Plataforma de Movilidad de La Rioja, con la idea de organizar una actividad que combine naturaleza y bicicleta, dentro de la iniciativa “30 días en bici” en Logroño. A partir de esa reunión, se empieza a gestar una actividad que conjugue esas dos dimensiones. 

Seguidamente, contactamos con otras tres personas: Rubén, que lleva toda la parte creativa, de diseño y redes sociales; “Aventuras Barbudas”, que es el biólogo del grupo y aporta su sabiduría sobre aves y ecología; y el Ninja Verde, que trabaja el enfoque educativo y de divulgación ambiental.

Luego estamos Iñaqui y yo: yo aporto la parte más vinculada al conocimiento ambiental y ecosistémico e Iñaqui está centrado en la movilidad urbana y, en particular, en el uso de la bicicleta en la ciudad.

El proyecto nace, en esencia, para hablar de sostenibilidad. Ahora mismo, de los nueve límites planetarios identificados por la ciencia como umbrales que no deberíamos sobrepasar, seis ya lo están. Y los dos más gravemente sobrepasados son la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.

Así que la actividad se enfoca en esos dos ejes: biodiversidad (representada por algunos ecosistemas urbanos) y cambio climático (representado por la movilidad sostenible, con la bicicleta como herramienta principal). Queremos llamar la atención sobre estos problemas de forma lúdica y accesible. No con discursos aleccionadores, sino con actividades divertidas que siembren una semilla: la idea de que la bicicleta puede ser la mejor aliada contra el cambio climático, y que tu ciudad puede ser tu mejor parque nacional para observar fauna.

 

Iñaqui Prieto:
Yo insistiría en lo de pasárselo bien. Todo empezó buscando una actividad divertida que animara a más gente a moverse en bici por la ciudad, pero sin un enfoque moralista. Queríamos algo lúdico y positivo.

En el marco de la campaña “30 días en bici”, que se celebra cada abril en más de 100 ciudades del mundo, en Logroño también estábamos organizando actividades dirigidas a públicos diversos: profesorado, periodistas, niños, médicos... Y todos estábamos un poco cansados del activismo excesivamente didáctico.

Así que decidimos crear algo que naciera de un encuentro informal, quizá empezando con unas cañas o unos vinos y que pudiera llamar la atención de mayores y pequeños, en clave familiar, desde la diversión.

 

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¿Y por qué pájaros? ¿Por qué llamasteis al proyecto “Pajarocleta”?

 

Iñaqui Prieto:
Yo venía de vivir 17 años en Madrid, aunque soy de Pamplona. Con la pandemia, nos vinimos a Logroño con mis tres hijos. Y algo que me llamó la atención fue que muchos padres y profesores me decían que los niños habían perdido el contacto con la naturaleza.

Y pensé: ¿cómo puede ser, en una ciudad tan pequeña, tan amable, tan rodeada de parques y de verde? Entonces surgió la chispa: ¿cómo podemos contar un relato que no requiera irse lejos para ver naturaleza?
Y claro, ¿qué es lo más visible y llamativo en una ciudad? Los pájaros. Porque sí, hay insectos, plantas, otros animales… pero las aves tienen algo especial: variedad, movimiento, presencia. Una actividad centrada en insectos quizá no tendría tanto tirón. Pero los pájaros sí.

 

David Ijalba:
Sí. El nombre “Pajarocleta” viene justo de eso. La mitad es “pájaro” y la otra mitad es “cleta”, de bicicleta. Y sí, también surgió entre cervezas, no tiene más misterio. Al diseñador le gustó, miramos si existía y como no había nada con ese nombre, se quedó.

Elegimos centrarnos en las aves porque son fáciles de observar, mucho más que los mamíferos. Y a diferencia de un árbol, tienen ese punto de aventura: no sabes si van a estar o no. Además, son los suficientemente grandes como para poder observarlas mientras te desplazas en bicicleta.

Son ideales para lo que proponíamos: salidas en bici con un componente naturalista. Y también sirven para reivindicar la ciudad como ecosistema. No necesitas esperar al fin de semana ni irte a 50 km. La naturaleza está desde que sales del portal. Lo que pasa es que, inmersos en la rutina y el tráfico, no la vemos.
Pero si cambias el coche por la bicicleta, quitas una barrera. Y si alguien te enseña mínimamente a mirar, ya empiezas a ver. Es una forma sencilla, accesible y transformadora de reconectar con la naturaleza en tu día a día.

 

¿Es una actividad guiada por un educador ambiental, como tú, David, o un biólogo? ¿Gente especializada?

 

David Ijalba:
Sí, sí. En prácticamente todas las salidas va alguien del equipo: puede ser un ambientólogo, un biólogo, o alguien con conocimientos específicos en aves. Pero tampoco se trata de hacer una clase magistral de ornitología. La idea no es que la gente se aprenda 16 especies en una mañana, sino que descubra que, en un paseo en bici, puede ver 16 cosas distintas.

Se trata de despertar el interés, de sorprender. De que alguien diga: “¡Ostras, eso no lo había visto nunca!”, aunque lleve toda la vida pasando por ese parque. Luego cada persona se queda con lo que le apetezca. Hay perfiles muy distintos: desde gente que ya sabe mucho de aves hasta quien no distingue una paloma de una cigüeña. Lo importante es ofrecer una mirada nueva sobre la ciudad.

Las aves son geniales para eso porque siempre están ahí. Hay especies residentes, otras que pasan el invierno y otras migratorias. Siempre hay algo que ver. En un estudio previo sobre el término municipal de Logroño llegamos a documentar 187 especies distintas. Así que hay margen para todo el “frikismo” que quieras.

 

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¿Y qué tipo de gente se apunta a vuestras rutas? ¿A quién van dirigidas?

 

Iñaqui Prieto:
Hay dos tipos de salidas. Una son las que organizamos periódicamente, cada tres o cuatro meses, coincidiendo con momentos clave como los “30 días en bici” o la Semana Europea de la Movilidad. Aunque están abiertas a todo el mundo, suelen apuntarse sobre todo familias, madres o padres con niños, y mujeres de mediana edad con curiosidad por los pájaros urbanos.

El otro tipo son salidas “a la carta”, que nos encargan desde colegios, ayuntamientos o asociaciones. Por ejemplo, en Haro diseñamos una ruta específica, y también hicimos una en Valencia. En esos casos, la propuesta se adapta al territorio y al público que la solicita.


¿Y por dónde soléis hacer los paseos? ¿Solo en Logroño? ¿También en otras ciudades? 
 

Iñaqui Prieto:
Antes de que te conteste David, puntualizo: no lo llamamos “paseo”. No se trata de una actividad especial, sino de mostrar que la bicicleta puede ser una forma cotidiana de moverse por la ciudad. Y lo mismo con observar aves: puedes hacerlo desde cualquier calle o plaza, no solo en zonas verdes.
Lo bonito es que, aunque tenemos itinerarios pensados, decidimos sobre la marcha en función de lo que esperamos ver. A veces vamos a parques como el del Ebro o Gallarza, pero otras veces simplemente a una calle peatonal donde sabemos que anidan vencejos. La ciudad entera es un ecosistema.

 

David Ijalba:
El proyecto surgió con el apoyo del Gobierno de La Rioja. En 2023 diseñamos tres rutas por Logroño: una por el centro histórico, otra por la ribera del Ebro y el río Iregua, y una más periférica. Tienen entre 10 y 15 km, y se pueden descargar para hacerlas de forma autónoma.
Cuando organizamos salidas, las adaptamos combinando tramos en función del momento del año y del tipo de grupo. Así evitamos repetir siempre lo mismo. En 2024, por ejemplo, hicimos una ruta rural de 12 km entre  Santurde de Rioja y Ojacastro, y otra urbana en Haro. 


¿Cuánta gente ha participado en vuestras actividades hasta el momento?

 

David Ijalba:
Llevaremos unas diez o doce salidas, con una media de 30 o 40 personas por salida. Unas 400 personas en total, más o menos.

 

Iñaqui Prieto:
Lo bonito no es solo cuánta gente viene, sino cómo se forma un pequeño mundo: grupos diversos, ritmo tranquilo, ambiente festivo. Y eso lo percibe toda la ciudad. No es una manifestación ni una protesta, pero sí una presencia que transmite alegría. Ves a niños de 3 o 5 años en sus bicis, protegidos por el grupo. Es como una cápsula de ciudad amable que se mueve durante unas horas.

 

¿Leo que os dieron el Premio Logroño Verde 2024?

 

David Ijalba:
Sí, en la categoría de educación y concienciación ambiental. El proyecto llamó la atención porque no es lo típico. Detrás hay mucho trabajo: rutas, diseño, materiales, identidad visual… Empezamos con pines, luego camisetas, calcetines, bidones de bici… Merchandising que nos permite crear una pequeña comunidad.

 

Iñaqui Prieto:
Además, fue una oportunidad para hablar directamente con los concejales de Medio Ambiente y de Movilidad. Incluso montamos al concejal de Movilidad en la bici de carga y lo llevamos por el paseo del Ebro. Eso permite trasladarles el mensaje de que la movilidad y la biodiversidad también están en el centro de la ciudad, no solo en las afueras.


¿La bici de carga que mencionas es la afamada Riese & Müller?

 

Iñaqui Prieto:
Sí. Es esencial para llevar telescopios, trípodes, altavoces, guías, listas de aves, bolígrafos… y hacer sorteos de camisetas o sudaderas. También ha servido para llevar a niños con la cadena rota o incluso al concejal. Es la avanzadilla de cada salida, una presencia muy visible.

 

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Rubén, cuéntanos sobre tu papel como diseñador.

 

Rubén Ijalba:
Siempre he sido muy de bici, y cuando surgió la iniciativa pensé en crear una imagen clara, sencilla, que cualquiera reconociera. De ahí salió el logotipo: una mezcla entre una rueda y un ave. La idea es que, aunque no las veas, las aves están siempre ahí. Y visualmente funciona muy bien.
He trabajado en toda la parte gráfica: redes, carteles, pegatinas, camisetas… También proponemos juegos: ¿por qué una urraca y no un jilguero? Así conectamos con la gente y generamos complicidad. En Valencia, por ejemplo, unas chicas nos dijeron que nos seguían por Instagram desde hacía meses. Esas cosas nos hacen ver que el diseño también es herramienta de conexión.

 

Iñaqui Prieto:
El diseño ha sido clave. Rubén ha sabido expandirlo a todos los formatos y darle coherencia. Las rutas, la web, las redes… todo comunica lo mismo. Y eso refuerza la identidad del proyecto. Gracias a eso, cuando la gente se lleva unas pegatinas o unos calcetines, se lleva también un recuerdo con sentido.


¿Se os puede contactar para que organicéis la actividad en otras ciudades? 

 

David Ijalba:
Por supuesto, estamos abiertos a llevar el proyecto a otras ciudades: nos han contactado desde Valencia, Barcelona y Madrid. La idea es crear una red de “Pajarocletas” en todo el país. Solo hacen falta ganas, una bici y aves, que hay en todas partes.

 

[Img #5876]MÁS INFORMACIÓN

www.lapajarocleta.es

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