
Los términos portugueses ecopista, ecovia y ciclovia son ya populares entre los aficionados al cicloturismo. Por este motivo precisamente nos hemos animado a probar en la franja norte portuguesa tres ecopistas –equivalentes a nuestras vías verdes– y una ecovía, centrándonos en las que siguen tres ríos gallegos de nacimiento.
Las pocas veces que hemos pedaleado por Portugal siempre nos ha acabado de gustar casi todo de este país. Nos gusta su forma sosegada de entender la vida, su parsimonia, tan parecida a la paciencia, su comida sencilla -sobre todo las sopas-, también el sabor intenso del café, su ruralaridad –los pueblos siguen siendo pueblos–sus omnipresentes azulejos, su delicada manera de decir bom dia, alargando la i. Sin embargo, hay tres aspectos que decididamente no nos gustan. Los portugueses al volante –su innata tranquilidad muta– y los perros asilvestrados que vagan por pueblos y caminos. Luego están los adoquines, los aborrecemos, algunos son tan bastos que aun con una horquilla de suspensión terminamos con el trasero y los brazos molidos.
De unos años para acá, Portugal se está convirtiendo en una fuente inagotable de vías exclusivas para ciclistas. Son rutas para hacer sin prisas, en las que sabemos de antemano que no aparecerán subidas pronunciadas y en las que acabaremos relajándonos y parando decenas de veces, ya sea para intercambiar unas palabras con otros ciclistas, para fotografiar un paisaje, o para darnos un chapuzón en ese río que aparece en el camino cuando el calor aprieta. Relájate, que allá van.
INTINERARIO 1
Ecovía del Támega y Ecopista do Corgo
Dos vías ciclistas nos llevarán desde Verín en Ourense hasta Vila Real, en Portugal. Van a ser unos 100 km y calculamos que nos llevarán tres días. Junto a la playa fluvial de Verín vemos el primer panel informativo de la Ecovía del Támega. Según el mapa rodaremos siempre por la margen izquierda del río. Este trayecto ciclopeatonal forma parte de un proyecto de cooperación transfronteriza cuyo lema es “Dos países, un destino”. Chaves y Verín se han hermanado formando una eurociudad que comparte ciertos servicios sin importarles las fronteras, además de esta ecovía.
Esta mañana xove, como se dice por aquí. Pedaleamos disfrutando de un bosque ribereño bien húmedo. No tardamos en encontrarnos con los viñedos de Tamaguelos, son los más septentrionales de la Denominación de Origen O Monterrei. Producen el vino Godello, muy de moda ahora. Poco después cruzamos la raia por unos tablones mal puestos sobre el arroyo de las Heces –Ribeiro Pequeno para los portugueses–. Le llaman el puente del contrabando. Los estraperlistas lo utilizaron en la posguerra. Hacia España traficaban con café, harina, azúcar, telas, ganado y en el sentido Portugal con estaño, mineral de interés militar, cuya venta estaba prohibida a países neutrales.
Ya estamos en Portugal, y los omnipresentes adoquines portugueses no tardan en aparecer. En Vilarelho da Raia oímos los ladridos de los perros, pero también el cantarín bon dia de los portugueses. A partir de aquí rodaremos por una amplia llanura agrícola regada por varios canales. Es la Veiga de Chaves, un valle muy fértil donde predominan los cultivos de regadío. Según nos acercamos a la ciudad vemos gente corriendo, en bici y paseando a orillas del río. Pasamos a la margen derecha del río por el puente romano. Chaves es la antigua Aquae Flaviae, una importante mansió romana de la provincia Gallaecia. Lo presiden dos columnas epigráficas, similares a miliarios, erigidas por Trajano. De la misma época son las 90 poldras colocadas en fila en el mismo cauce, para quienes se atrevan cruzar el río dando unos cuantos saltos.
Callejeando un poco –la ciudad no es grande, pero si turística–, llegamos a las termas romanas descubiertas cuando se construyó el gran aparcamiento. Sus aguas brotan a nada más y nada menos que a 73°C. En la Fonte do Povo, cerca del complejo termal actual, intentamos probarla, pero su olor nauseabundo por culpa del sulfuro de hidrógeno no nos deja ni acercarnos.
Abandonamos la ciudad por la margen izquierda del río en dirección al punto de inicio de la Ecopista do Corgo. Esta línea férrea de vía estrecha fue diseñada para conectar la Linha do Douro con los centros termales de Chaves, Vidago y Pedras Salgadas. La línea se inauguró en 1921 y en 1990 quedó en el recuerdo. La ecopista acondicionada no llega aún a Paso da Regua a orillas del Duero, solamente hasta Vila Real.
Seguimos el valle del Tâmega y en Vilarinho das Paranheiras nos apartamos del río, que gira al este. Poco después de Vidago la ecopista comienza a ganar altura. La antigua línea ferroviaria debe salvar un desnivel importante y lo hace sin túneles ni viaductos, sino mediante una horquilla con panorámicas espectaculares. La región se caracteriza por un relieve escarpado, con montañas de altitudes superiores a los 1.000 m y valles arrugados.
En Vila Pouca de Aguiar llegamos el valle del río Corgo que nace en las sierras colindantes. El trazado rectilíneo pasa junto a varias aldeas del piedemonte, cuyos nombres leemos en los apeaderos y estaciones. En Tourencinho, nos salimos del trazado para llenar los bidones en la Fonte do Carril antes de atravesar la Serra do Marão.
Las flores de los piornales tiñen las laderas graníticas de la montaña. Paramos un buen rato en una fuente con bancos de granito para disfrutar de este paisaje que nos trae a la memoria la Sierra de Gredos. Aún no somos conscientes de lo que está por llegar. Unos kilómetros más adelante comenzamos a ver matorrales quemados, luego árboles, hasta que el paisaje colorido se transforma en un bosque calcinado. Uno de los tantos incendios que sufrió Portugal en 2022 afectó esta zona. Tímidamente, la vegetación vuelve a brotar, si bien llevará su tiempo. Al alcanzar un nudo de carreteras que se ha comido el trazado del tren divisamos Vila Real en el fondo del valle. Una larga bajada nos lleva a la entrada a la ciudad y un flamante carril bici urbano hasta la antigua estación de tren.
INTINERARIO 2
Ecopista da Linha do Tâmega
Nos hemos desplazado a Amarante, una ciudad pequeña que el río Támega divide en dos. Desde el puente de São Gonçalo en pleno casco histórico subimos a la parte alta donde se ubica la vieja estación de ferrocarril y donde empieza la ecopista. El primer comboio del Caminho de Ferro do Valle do Tâmega llegó aquí en 1909. Era el primer paso de un ambicioso proyecto que aspiraba a implantar una red ferroviaria entre el Douro y la frontera española, a través de Amarante, Terras de Basto y Chaves. Nunca llegó a concretizarse, quedando reducida a una línea de menos de 40 km que en 2009 se suprimió y años después se reconvirtió en una vía verde que une Amarante con Arco de Baulhe, situado más al norte. La ecopista recibió un premio en 2021, y no es para menos. Está pavimentada casi en su totalidad, en los cruces han instalado barreras reductoras de velocidad, aunque echamos en falta una señalización de los lugares de interés. Pero lo que más nos entusiasma son sus estaciones y apeaderos restaurados con azulejos blanquiazules al estilo portugués.
Nada más empezar a rodar nos topamos con un túnel iluminado y al salir estamos inmersos en pleno universo rural. La iglesia románica de Gatão nos reclama una parada, luego viene la estación de Chapa con sus azulejos, sus emparrados y rosales, bien cuidados por la familia que ahí vive. Pedalada tras pedalada hemos ganado altura, pero casi sin notar el esfuerzo. Lo bueno es que el regreso será casi todo cuesta abajo. Ahora son los eucaliptos los que acompañan la antigua línea y a lo lejos ya se puede ver un espectacular viaducto. Es el ponte das Carvalhas con cuatro arcos de granito. Abajo en lo profundo del desfiladero el río Tâmega serpentea engullido por las montañas.
El edificio anexo a la estación de Celorico de Basto está rehabilitado como albergue juvenil. Aunque la mayoría de las estaciones y apeaderos no tienen vida útil.
Desde el puente de Caniço divisamos claramente el cono puntiagudo del Monte Farinha, conocido final de etapa de la Volta a Portugal. Tras el viaducto de Ponte de Matamá, uno de los puentes de piedra de granito más grandes de Europa alcanzamos la elegante estación de Mondim de Basto. Sus azulejos representan la vida de las gentes de las tierras de Bastos. El apeadeiro de Vila Nune marca según nuestro GPS el punto más alto del trayecto. Los últimos kilómetros serán de bajada. Nuestro destino, la estación de Arco de Baúlhe, está muy cerca. Aquí es donde terminan tanto el carril bici como la antigua línea del ferrocarril. Aprovechamos para visitar el museo ferroviario y ver las antiguas locomotoras de vapor y vagones que circularon por estas vías en otras épocas. Después de muchas señales de hormigón con la triple advertencia Pare-Escute-Olhe -buen consejo para la vida también– terminamos otra ecovía portuguesa.
INTINERARIO 3
Ecovia do rio Lima
Hoy hace calor y dan ganas de pedalear cerca del agua protegidos por la exuberancia de un bosque de ribera, y, por qué no, de bañarnos en alguna playa fluvial. La Ecovia do Lima es perfecta para un día así. El río Lima –Limia en Galicia– baja caudaloso, rodeado de cultivos de maíz, viviendas y quintas rústicas transformadas en alojamientos con encanto. La ecovía está dividida en seis tramos, los tramos aguas arriba de Ponte da Barca están más bien diseñados para senderistas, por lo que no alargaremos la ruta hasta allí. Desde Ponte de Lima podemos ir hacia el oeste o hacia el este, hasta el tranquilo pueblo de Ponte da Barca.
Ponte de Lima ya es motivo suficiente para acercarse a esta ecovía. Dicen que es el pueblo más antiguo de Portugal, rodeado de murallas y con un hermoso casco histórico, aunque lleno de turistas y bastantes peregrinos que vienen de Oporto o Lisboa. Rodaremos en modo dominguero, primero río abajo y por la tarde río arriba.
Nuestro punto de partida es el puente peatonal de Ponte de Lima. Un tramo del puente lo construyeron los romanos en tiempos del emperador Augusto. Con el paso de los siglos el cauce del río se desplazó y tuvieron que ampliar el puente conforme a las normas góticas de la época.
En la orilla norte vemos la estatua ecuestre del cónsul Décimo Junio Bruto y en la sur varias estatuas de legionarios romanos. Las esculturas escenifican la leyenda del Lethes, el río del Olvido. Cuenta que sus aguas encantaban haciendo perder la memoria. El general, Décimo Junio Bruto vadeó el río y, desde el otro lado, fue llamando por su nombre a cada uno de los soldados, rompiendo esta creencia. Aunque los gallegos mantienen que este episodio tuvo lugar en Xinzo de Limia y no aquí. Una disputa entre vecinos.
Dejamos la ciudad a la sombra de los centenarios plátanos de una avenida para conectar con los caminos rurales que atraviesan los fértiles terrenos aluviales juntos al río. Como queremos regresar por la margen derecha, dejamos la ecovía por un camino bajo emparrados y subimos al puente de la nacional. En el embarcadero de Lanheses descubrimos las típicas embarcaciones tradicionales conocidas como água-arriba. En esta orilla la ecovía también está señalizada, pero peor acondicionada, algún empedrado bastante tosco nos hace botar encima de la bici. En fin, el tramo es corto —25 km— y en poco más de una hora nos plantamos otra vez delante del puente medieval de Ponte de Lima.
Ahora toca seguir la ecovía aguas arribas, pero por la margen izquierda. Este tramo sí que está bien acondicionado. El piso es de gravilla y arena suficientemente dura para rodar con comodidad, además varias pasarelas de madera nos permiten salvar obstáculos con soltura. Los azudes realzan el sonido del río que baja tumultuoso desviando el agua hacia los molinos. Aparecen unas cuantas pesqueiras del tiempo de los romanos formadas por grandes sillares de piedra que servían para capturar lampreas. El puente de Ponte da Barca no es romano, suplantó la barca para cruzar el río a mediados del siglo XIV. El pueblo es pequeño pero coqueto y con menos turistas. Nos dirigimos directamente a la pastelaria Liz para tomarnos unos hojaldres en forma de pequeños barquitos, horneados en recuerdo al navegante Fernão de Magalhães. Según dicen nació aquí en Ponte da Barca, lo que también alimenta la rivalidad secular con Oporto.
INTINERARIO 4
Ecovia/Ecopista do Minho
Para la logística, en esta ocasión utilizaremos los comboios portugueses que desde Valença nos llevarán de regreso al punto de partida, en Vila Nova da Cerveira. Tenemos unos 30 km hasta Monçao donde termina la ecopista. Debemos regresar a Valença para tomar el tren por lo que habrá que sumar 15 km más. Comenzamos a pedalear con las primeras luces, así tendremos todo el día por delante. La ciclovía discurre junto al río Miño que hace de frontera entre España y Portugal a lo largo de sus 76 últimos kilómetros. Aunque es temprano, pedalear a orillas del río en un entorno tan verde y frondoso nos hace olvidar rápidamente el madrugón. No hay ni un alma. Solo unos cuantos peregrinos del Caminho portugués da Costa ya están en faena, como nosotros.
La ecopista está bien señalizada y avanzamos por un carril bici sin siquiera mirar el GPS. Entendemos por qué en su día fue considerada la tercera mejor vía verde de Europa, que ya es decir. Se suceden áreas de recreo, playas fluviales y varios embarcaderos. Todo muy cuidado. Rodamos cerca del río hasta que unas pasarelas de madera permiten atravesar una zona húmeda, y nos llevan al puente medieval da Veiga de Mira.
En el parque de Merendas de Nossa Senhora da Cabeça, paramos a tomar un café en un área de esparcimiento a orillas del río. Después tendremos que subir hasta casi tocar el perímetro abaluartado de la fortaleza de Valença. Enseguida bajamos al río para pasar bajo el antiguo puente internacional. Iremos a visitar por la tarde la doble muralla de forma estrellada que se aprecia desde el carril.
Optamos continuar por la Ciclovía Veiga do Minho pegados al río. En la otra orilla se alcanza a ver perfectamente la ciudad española de Tui y su imponente catedral. Varios caminos agrícolas nos llevan al trazado del ferrocarril que unía Valença con Monçao y que formó parte de la Linha do Minho hasta su cierre en 1989. La ecopista se inauguró en 2004 y comienza a acusar el paso del tiempo por la falta de mantenimiento en ciertos tramos. Los postes y barandillas están podridos y las raíces de los árboles comienzan a deformar el piso, aun así se conserva decentemente. La estación Friestas ha caído en el olvido, pero sus lavabos están abiertos y funcionan.
Alcanzamos a ver más allá de las viñas el portal barroco de la Quinta do Crasto de Friestas. La estación de Lapela con su antiguo reloj, bancos y aparcabicis da buena impresión. Nos salimos de la vía para conocer la Torre de Lapela que se alza en la margen río. Es lo que queda de una antigua fortaleza fronteriza. Subimos a la azotea para contemplar la dulzura del paisaje miñota. El mirador del puente metálico sobre el río Gadanha ofrece igualmente una bonita estampa de río.
La ecopista termina delante de un complejo comercial. El casco histórico de Monçao está a poco más de un kilómetro, con que subimos por la carretera. Accedemos por la Porta de Salvaterra y recorremos todo el perímetro de sus murallas con buenas vistas al Miño. La ciudad vive de sus termas y de su vinho verde. De hecho, hay un museo de dedicado al alvarinho.
Todavía es de día cuando llegamos a la estación de Vila Real de modo que decidimos regalarnos una propina y continuar hasta el final de la ecopista, a unos 3 km. En el apacible puerto fluvial de la Praia da Mota, Portugal nos recompensa con una magnífica puesta de sol.
DATOS PRACTICOS
1.- Ecovía del Támega y Ecopista do Corgo (Verín - Vila Real)
· Punto de partida: Verín (Ourense). Punto de llegada: Vila Real (Portugal).
· Ruta lineal de 102 km, regreso en autobús a Chaves y en bici a Verín por la nacional.
· Alojamientos: Verín, Chaves, Vidago, Pedras Salgadas, Vila Pouca de Aguiar, Zimão y Vila Real.
2.- Ecopista da Linha do Tâmega
· Punto de partida y llegada: Amarante.
· Ruta lineal de ida y vuelta de 78 km, ligera subida la ida (obviamente bajada al regreso).
· Alojamientos: Amarante, Celorico de Basto, Mondim de Basto, Arco de Baúlhe.
3.- Ecovia do rio Lima
· Punto de partida y llegada: Ponte de Lima.
· Ruta circular; tramo oeste de 25 km, ida margen izquierda, regreso margen derecha;
tramo este de 64 km ida y vuelta.
· Alojamiento: Ponte de Lima, Ponte da Barca.
4.- Ecovia/Ecopista do Minho
· Punto de partida: Vila Nova de Cerveira; punto de llegada Valença do Minho.
· Ruta lineal de 48 km. Regreso a Vila Nova en comboio esde Valença.