
¿El esfuerzo recompensado con una vista de ensueño? Forma parte del pedaleo en la montaña. Puedes conseguir uno de estos preciados tesoros en la Grande Rota das Aldeias Históricas: la subida a Santinha.Todo comienza en Linhares da Beira. No hay prisa, cada pedalada cuenta. Cada giro de biela añade una nueva posibilidad: una perspectiva diferente, un detalle, una flor, una piedra, un reguero de agua que se escapa… Cada pedalada nos exige un esfuerzo del que, por qué no, disfrutamos.. Lejos de las aglomeraciones, este ascenso bien podría ser un himno a la bici como compañera de vida.
Linhares da Beira es uno de esos pueblos portugueses que parecen detenidos en el tiempo. Su castillo medieval domina el paisaje. Desde allí, el camino hacia Santinha no es un simple ascenso; es una recompensa demorada. La primera parte es amable. Calentamos músculos y mente mientras ganamos en vistas. Enseguida aparece algún que otro tramo exigente. Poco a poco, el desnivel comienza a hacerse notar. Cadencia, cadencia, cadencia. La antigua mina dos Azibrais nos sale al encuentro y nos hace pensar en los titánicos esfuerzos de los humanos para extraer mineral. Hoy las ruinas de sus instalaciones se empeñan en mantener vivo el recuerdo. La señalización nos dice que Linhares da Beira queda a 4,2 km. Vale do Rossim nos espera a 23,7. Cadencia, cadencia, cadencia.
Tras un tramo exigente, agua. Bendito líquido. El ascenso concede una primera tregua. Linhares se esconde allá al fondo. Fue nuestro punto de partida La pista se vuelve más amable. A medida que ganamos altura podemos elegir hacia dónde dirigir la vista. Hay que parar por respeto a la cabeza del Faraón. Los caprichos de la piedra. Nos acercamos. Hablamos de nuestras cosas. El faraón ha visto pasar a mucha gente por aquí. Es testigo de innumerables esfuerzos. Solo él lo sabe. No piensa moverse de donde está.
Tras alcanzar la carretera que baja a Folgosinho y por la que dejamos que nuestras bicis ganen velocidad, un giro a la izquierda nos enfrenta al reto. ¿Habrá que echar pie a tierra o subiremos este último tramo sobre la bici? No somos Tiago Ferreira. Las lluvias de este año nos dejan una pista ancha que se convierte en todo un desafío. ¿Por dónde queda la mejor trazada? Es un juego de técnica y observación. Es un juego. Es un esfuerzo sin perder la sonrisa. Santinha, sin que lo sepamos, nos observa. Aprecia nuestra buena disposición. Arriba, cuando por fin terminamos la ascensión, nos regala unas cuantas nubes y un fresco impensable unos minutos antes.
Santinha era cadencia, cadencia, cadencia.