
Descubrimos la esencia de Navarra a través de esta ruta cicloturista que comienza en la histórica ciudad de Sangüesa. Castillos medievales, monasterios emblemáticos, y paisajes naturales de impresionante belleza. Esta aventura sobre dos ruedas combina el desafío físico con el deleite cultural y paisajístico, ofreciendo una experiencia única e inolvidable en el corazón de la Comunidad Foral.
Navarra es un destino ideal para los amantes del cicloturismo gracias a su variada geografía. Además, esta comunidad no solo ofrece disfrutar de sus paisajes, sino también la posibilidad de hacer una inmersión en su rica cultura. Con inicio y final en la localidad de Sangüesa, proponemos una ruta circular de algo más de 70 km que transcurre por algunos de los lugares más icónicos del Reino de Navarra.
El recorrido comienza y finaliza en Sangüesa. Esta ciudad (porque sí, ostenta este título) ofrece un rico patrimonio artístico repleto de historia, perfecto para explorar antes o después de realizar la ruta. Cada rincón de la ciudad sirve para tomar conciencia sobre su pasado como una importante encrucijada en el Camino de Santiago y como un bastión cultural en Navarra. Recomendamos visitar la Iglesia de Santa María la Real (siglo XII), declarada monumento nacional, un ejemplo destacado del románico navarro en el que sobresale su magnífica portada, famosa por sus detalladas figuras y escenas bíblicas.
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Eso sí, no hay que olvidar otros lugares de interés en Sangüesa. La lista es larga. Vamos con algunos botones de muestra. El Palacio de Añués es un edificio histórico que fue residencia de los monarcas navarros. Aunque suele estar cerrado al público, su imponente fachada merece ser admirada. Por su parte, la iglesia de San Salvador combina elementos románicos y góticos, representando la transición entre ambos estilos. En su interior, se pueden encontrar interesantes piezas de arte religioso. Otra buena buena muestra de arquitectura religiosa es el Convento de San Francisco de Asís, que fue fundado en el siglo XIII y que evidencia la huella de las órdenes religiosas en Navarra. Ofrece un entorno de paz y reflexión del que puedes disfrutar.
En Sangüesa también pueden presumir de su puente sobre el río Aragón. Estamos ante un puente medieval de finales del siglo XI, que no solo es funcional, sino también pintoresco, ofreciendo vistas sobre el río y el entorno natural de la ciudad. Y, cómo no, hay que pasear por su Calle Mayor, que te permite viajar, de alguna forma, al pasado. Está llena de edificios históricos, y sus soportales ofrecen un agradable refugio en días de clima lluvioso. Para finalizar esta visita a Sangüesa, no olvides visitar el Museo Casa de Ayerra, un museo local que recoge la historia y las tradiciones de la ciudad, y que proporciona una mirada más profunda a su vida y su cultura a lo largo de los siglos.
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Dejamos Sangüesa por la NA-5410, una carretera local que nos conecta con el Castillo de Javier. Es un tramo de unos 8 km, generalmente en buen estado y con poco tráfico. El trayecto hacia este emblemático castillo del siglo X continúa ofreciéndonos una conexión mágica con la Navarra medieval. A medida que te acercas, el perfil del castillo emerge recortado en el horizonte, evocando historias de defensa y fe. Este castillo, fortaleza defensiva, fue además lugar de nacimiento de San Francisco Javier, figura emblemática del cristianismo y uno de los fundadores de la Compañía de Jesús, además de patrón de Navarra. Disfruta de un recorrido por sus torres y patios con vistas impresionantes, y no olvides tu foto para capturar la grandeza del lugar.
Una de las tradiciones más significativas vinculadas al castillo son las Javieradas. Se trata de unas peregrinaciones anuales que se celebran en marzo. Allí concurren los fieles desde todos los puntos de la Comunidad Foral para honrar a su santo.
Dejamos atrás esta parte de la historia y la tradición para continuar por la NA-5410 con dirección N y NO hacia el Monasterio de Leyre, pero antes nos acercaremos a la localidad de Yesa, en donde giraremos a la derecha para dirigirnos por la NA-2420 hacia las estribaciones del Embalse de Yesa. Lo vamos a bordear durante unos cuantos kilómetros. Así pues, toca disfrutar de las vistas. El color del agua puede llegar a sorprender. Se le conoce como el “Mar del Pirineo” y es un impresionante cuerpo de agua ubicado en las cuencas de los ríos Aragón y Esca, con parte en Navarra y parte en Aragón.
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El embalse es más que un importante recurso hídrico; es un punto de encuentro entre la naturaleza y la historia. Ofrece múltiples oportunidades recreativas y educativas para los visitantes que se adentran en esta fascinante parte de Navarra. En las inmediaciones se encuentran las ruinas del antiguo pueblo de Tiermas. El pueblo quedó inundado con la creación del embalse, pero en épocas de bajo nivel de agua aún pueden verse las ruinas, incluyendo unas antiguas termas romanas. El embalse de Yesa está ubicado en una de las rutas del Camino de Santiago. Brinda una parada escénica a los peregrinos que atraviesan esta región en su camino hacia Compostela.
Continuamos dirección este y en un cruce bien señalizado, a la izquierda, vemos la indicación al Monasterio de Leyre. Encaramos la subida por la NA-2113. Es corta, de unos 3 km, aunque con pendientes que mantienen el 8% de desnivel. Toca tomarlo con calma y disfrutar así de las espectaculares vistas que ofrece este enclave, con un entorno natural privilegiado, la Sierra de Leyre.
El Monasterio de San Salvador de Leyre es uno de los conjuntos monásticos más antiguos y emblemáticos de Navarra, y desempeña un papel significativo en la historia y la cultura de la región. Ofrece tanto un destino espiritual como un lugar de gran interés histórico y arquitectónico. El monasterio data del siglo IX y ha sido un importante centro religioso desde entonces. Fue uno de los más influyentes de la época medieval en el Reino de Navarra. A lo largo de los siglos, el monasterio ha experimentado diversas reformas y ampliaciones, especialmente durante los siglos XI y XII.
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La iglesia del monasterio es un excelente ejemplo del arte románico en Navarra. Su interior alberga la impresionante cripta, uno de sus elementos más antiguos, con columnas y capiteles bellamente decorados. La fachada y el pórtico de entrada son igualmente dignos de admiración, mostrando excepcionales trabajos de escultura de la época. Debido a su importancia histórica, el Monasterio de Leyre ha sido tradicionalmente un lugar de peregrinación. Su ubicación cerca del Camino de Santiago lo ha fortalecido como un punto espiritual y cultural para los peregrinos.
En la actualidad, el monasterio es hogar de una comunidad de monjes benedictinos, que mantienen vivas las tradiciones litúrgicas mediante la celebración diaria de la Eucaristía y el rezo del Oficio Divino con cantos gregorianos. Los visitantes pueden participar en estas ceremonias, sumergiéndose en una atmósfera de tranquilidad y devoción. El Monasterio de Leyre es más que un hito arquitectónico; es un testimonio de la rica herencia cultural de Navarra, proporcionando un lugar de paz y reflexión en un entorno naturalmente hermoso.
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Dejamos la espiritualidad del lugar para continuar dirección oeste por un entretenido descenso hasta alcanzar la NA-2420, que nos llevará hasta la localidad de Liédena, una pequeña pero encantadora población situada todavía en la comarca de Sangüesa. Es un lugar que captura la esencia del estilo de vida navarro: mezcla de historia, naturaleza y comunidad. Puede ser un buen momento para avituallarnos.
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Dejamos Liédena continuando en dirección oeste. A pocos kilómetros tenemos la opción, apenas 4 km apartada del itinerario, de acercarnos hasta un enclave natural espectacular: la Foz de Lumbier, un impresionante cañón tallado por el río Irati a lo largo de miles de años. Esta formación natural destaca por su belleza escénica y su rica biodiversidad. La Foz se extiende a lo largo de aproximadamente 1,3 km y alcanza alturas de hasta 150 m. Sus paredes de roca caliza encajonan el río y crean un paisaje espectacular que ha moldeado tanto la geografía como la historia local.
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Después de este paréntesis en el recorrido, continuamos hasta alcanzar una rotonda, cruce de caminos, que rodeamos para salir por la NA-534 dirección sur. Esta carretera nos llevará hacia la dificultad más grande de esta ruta: el alto de Aibar, de 704 m de altitud. Este reto que nos sugiere la orografía es muy conocido en el ambiente ciclista de la zona. La subida no es larga, pero presenta pendientes que requieren su esfuerzo. El paisaje, entre los campos agrícolas y el bosque autóctono, ofrece vistas espectaculares en un entorno natural muy agradable. Un pequeño descanso en la cima para hidratarse adecuadamente y hacer la foto de rigor nos vendrá muy bien antes de continuar dirección Lumbier.
Tras coronar, el descenso hacia Lumbier es generalmente más cómodo y permite a los ciclistas disfrutar de la inercia de la bajada después del esfuerzo de la subida. Pero antes atravesamos la población de Aibar, conocida por su encanto rural y su rico legado histórico y cultural. Aibar tiene sus raíces en la alta Edad Media, y sus calles aún conservan ese aire histórico que transporta a los visitantes al pasado. El casco antiguo es un conjunto armonioso donde la piedra es protagonista en sus calles y casas.
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Una de las principales edificaciones de Aibar es la iglesia de San Pedro, un edificio que muestra una mezcla de estilos arquitectónicos, reflejo de las distintas etapas de construcción y remodelación que ha experimentado a lo largo de los siglos. Además, el pueblo cuenta con varios ejemplos de arquitectura civil en forma de palacios y casas nobles, que hablan de su importancia histórica en la región.
Descendemos de Aibar para tomar la NA-132 durante unos kilómetros hasta llegar al cruce que indica dirección Gallipienzo por la NA-5320. Continuamos durante un tramo y aquí tenemos otra posible variante de la ruta, que consiste en ascender a Gallipienzo, uno de los pueblos más antiguos y pintorescos de Navarra, también repleto, como otros en nuestra ruta, de encanto medieval y rodeado de un paisaje espectacular. Se sitúa en una colina con vistas al río Aragón. Gallipienzo, como Aibar, conserva una arquitectura tradicional con calles estrechas de piedra y casas antiguas que se agrupan en torno a la colina. Su historia se remonta hasta la Edad Media.
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Es, claro está, otro testimonio de la rica historia de Navarra.
La parte final de esta ruta nos lleva por la NA-5321 a sus últimos 15 km, después de descender del antiguo al nuevo pueblo de Gallipienzo, más residencial. En el kilómetro 60 de nuestro recorrido cruzamos el río Aragón para llegar a la localidad de Cáseda, cuyos orígenes se remontan a las épocas romanas. Su pasado histórico se puede apreciar en sus calles y edificaciones. La iglesia de Santa María es su principal monumento religioso.
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El último tramo de esta ruta circular transcurre por la NA-5340, con el río Aragón como compañero de viaje. Un recorrido agradable con los campos de cultivo, una vez más, como los protagonistas. Gabarderal será la última población que encontremos antes de finalizar nuestro recorrido allí donde lo comenzamos, en Sangüesa.
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Queda claro que esta ruta ofrece más que un simple itinerario para el cicloturismo; es una experiencia que te sumerge en la esencia de la Comunidad Foral. Desde el punto de inicio y final en la histórica Sangüesa, esta aventura circular de 70 km entrelaza los hilos de la historia, la cultura y los paisajes naturales de Navarra. A lo largo del recorrido, cada parada, desde el Castillo de Javier hasta el Monasterio de Leyre, pasando por joyas naturales como el embalse de Yesa y la Foz de Lumbier, revela fragmentos de la rica narrativa de Navarra. Las subidas desafiantes, como el Alto de Aibar, y las elegantes calles de pueblos como Gallipienzo y Cáseda, añaden un dinamismo e interés especial al trayecto, amplificado por la arquitectura medieval y los paisajes rurales que los enmarcan.
Así pues, el cicloturista no solo enfrenta un reto físico, sino que también se embarca en un viaje emocional y cultural. Va a poder encontrar en cada kilómetro una historia por descubrir y una vista que admirar. La armonía entre naturaleza y patrimonio cultural la convierten en una travesía inolvidable, que celebra no solo el esfuerzo del ciclista, sino también la diversidad y la belleza de Navarra.
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