
Compartimos un texto que nos llega de María Gil y Pedro Vallejo, de Bizi Eskola, un proyecto en expansión al que bien merece la pena darle voz en nuestra revista. Lo hacemos con un viaje muy sentido por la que fue una vía de tren, ahora reconvertida en lo que él denomina "vía negra".
Tod@s hemos viajado en bicicleta por las denominadas vías verdes, tranquilas, alejadas del tráfico pesado, ruidoso, maloliente y peligroso, casi siempre llanas y con poca inclinación. Eso es así porque años atrás circulaban por ellas unos maravillosos trenes, algunos de mercancías, en otros casos de pasajeros u ambos por la misma vía. Al principio eran de carbón, mas tarde de gasoil y hasta se han desmontado vías electrificadas. En Europa, continente al que pertenecemos, en tren se puede viajar desde y a cada municipio de Italia, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, en tren. Con frecuencias y comodidad a nivel europeo. En cambio, en España cada vez desaparecen más vías de tren convencional, publico y social. Los pueblos se quedan incomunicados con la cabecera de provincia y con otros de población intermedia en donde se prestan los servicios de salud, abastecimiento, ocio y cultura. El siguiente viaje narra el desmantelamiento de la línea de tren Utiel – Aranjuez entre la comunidad valenciana y madrileña, con las consecuencias derivadas de ello.
No más vías negras ¡por favor!
1.- En busca del tren perdido
Decidimos seguir el trazado del tren desmantelado entre Aranjuez (Madrid) - Utiel (Valencia). Vamos despacio, en bicicleta, recogiendo testimonios y tomando fotografías de las estaciones abandonadas. Salimos de Aranjuez por una pista sin asfaltar, dado que la única alternativa era una nacional cargada de tráfico. En la primera estación que paramos, Noblejas, nos acoge una familia marroquí que ha hecho de ella su hogar. Las inmediaciones están mejor cuidadas que cuando la gestionaba Adif y cuenta con un pequeño huerto rodeado de flores y árboles frutales.
La estación de tren de Santa Cruz de la Zarza esta tapiada para evitar su ocupación. Salimos de allí por la Nacional 400, que discurre vacía y paralela a la autovía A40, junto a la vía abandonada del ferrocarril convencional y la de alta velocidad. Una multiplicidad innecesaria de vías de transporte entre las que proliferan cientos de conejos que campan a sus anchas atrapados por nuestras ansias de desplazamiento. A lo largo de nuestro recorrido hablamos con la gente de los pueblos a los que el cierre del tren ha dejado aislados. La mayoría, indignados por ello.
En Santa Cruz de la Zarza desaparece el tren, se llevan los olivos y las recias y aún fuertes manos de los labradores ahora se pasean por Aranjuez. En Tarancón, una trabajadora del centro de salud explica con vehemencia que las personas mayores no pueden acudir a sus citas. Desde el 21 de febrero de este año, con la clausura de la línea aprobada en consejo de ministros, se ha suprimido el servicio de autobús que sustituyó inicialmente al transporte ferroviario.
Son once los municipios que se resisten al cierre definitivo de la línea. Entre ellos, Huete. Hablamos con su alcalde, Francisco Javier Doménech, “Fran”, que amablemente nos recibe en las puertas de su casa. Comprometido con la lucha por la reapertura de la línea del tren convencional, justo esta mañana ha habido un pleno por este motivo. Nos cuenta cómo ha sido desde siempre usuario del tren, desde joven, cuando cargaba en el tren su bicicleta para ir a entrenar a Tarancón, después para ir a la universidad y años más tarde durante la época en que lo cogía a diario para ir a trabajar a Cuenca.
2.- ¡¡¡Pasajeros sin tren!!!
En Caracenilla había una estación de dos pisos, “más grande que la de Huete”, nos dicen en el pueblo. “Utilizábamos el tren continuamente, para ir a comprar, al médico, a la piscina de Huete...”. Estábamos enlazados con Madrid, con Cuenca y Valencia. Alguien se llevó los bancos de forja, otro el reloj, y una excavadora se encargó del resto. No queda nada de la estación.
En Castillejo del Romeral de poco sirvió remodelar las vías y sustituir las traviesas de madera por hormigón. Nadie se baja ya en este apeadero. Degradaron el servicio, con horarios imposibles, disminuyendo las frecuencias de paso de los trenes, y sin apenas mantenimiento. “En algunos tramos el tren se ponía de lado”. Utilizaron las vías para transportar materiales a fin de construir la línea de alta velocidad, y luego desmantelaron el tren convencional.
En Cuevas de Velasco la estación fue sustituida hace mucho por un ya inservible apeadero. En Chillarón de Cuenca, las manecillas del elegante reloj de forja sigue marcando las horas estérilmente, dado que sus habitantes ya han perdido el tren. En Cuenca capital ya nadie se acuerda del viejo tren convencional. “¿Venís por la vía verde?” nos preguntan. Y no lo echan de menos. “Aquí hace tiempo que no pasa el regional. Ahora tenemos el AVE, aunque la estación está a 6 km.”
En la abandonada estación de Cuenca, una excavadora ya está desmontado algún tramo de vía. Encontramos un grupo de personas, trabajan para ADIF. “Ya no hay vuelta atrás”, nos dicen. “Ha sido una decisión empresarial, la línea era deficitaria”. Como si hubiera que sacar rentabilidad de un servicio público, y el AVE ¿no es deficitario? Nos preguntamos.
3.- Cosas que Cuencan
En Cuenca nuestro anfitrión es Antonio, un activista de la Recicleta, un taller social que nos recuerda mucho a nuestra Bizieskola (www.bizieskola.net) ya que también arreglan bicicletas donadas y las ceden a bajo coste para que se utilicen a diario. No reparan, te enseñan a reparar y te animan a que enseñes a otr@s a reparar. Debería existir un proyecto así en cada ciudad del estado. En Recicleta pusimos nuestras bicis a punto, y adquirimos un par de sudaderas con las que financian su proyecto. Antonio, que carece de coche, ahora puede ir a Albacete en 30 minutos e incluso a Alicante en algo más, pero no puede ir a tomar unas cañas con sus colegas a fiestas a Huete.
En Mohorte, a 10 km de Cuenca, una octogenaria nos cuenta que su padre, con 5 años trabajó de pinche para el tren, que entonces funcionaba a carbón, dejando una estela negra a su paso. Cuando el tren paraba en la estación el padre llevaba un botijo lleno de agua al maquinista. Ahora la han remodelado y nadie en el pueblo sabe para qué, un@s dicen que va a ser un museo, otr@s que un hotel. En la estación de Cañada del Hoyo han hecho una residencia para artistas; alguna obra de arte ya vimos, pero artistas ni un@.
El alcalde de Carboneras de Guadazaón nos deja dormir en el ayuntamiento y nos invita a cenar, después de contarle la labor de documentación que estamos realizando. No importa que los ayuntamientos de los municipios afectados por el cierre de la línea de tren estén tintados de rojo o de azul, están a bloque para que se vuelva a escuchar el silbido del tren en las serranías de Cuenca.
Nota adicional.- Es recomendable ver y compartir el vídeo que adjuntamos, “Un viaje de ida y vuelta”, del proyecto RECICLETA, que une bicicletas y personas migradas en Almería:
4.- Última etapa: el tren de la vida
La estación de Cardenete está un tanto alejada del pueblo. Y la de Yémeda. Y las del resto de los municipios que atravesamos en este tramo hasta Camporrobles. Según nos dicen, porque los caciques de entonces no querían que las vías atravesaran sus tierras, ni que las estaciones reposaran en ellas. En Engidanos la estación queda a 20 kilómetros. Hace tanto tiempo que no va nadie a ella que no queda ni el antiguo camino de tierra. En Víllora, en un bar en el que nos atienden muy bien, nos adentramos en un masculinizado ambiente y entre partidas de dominó y carajillos de Chinchón, escuchamos los lamentos de los vecinos que añoran el tren, y de lo poco que sirvieron las protestas y manifestaciones.
Un hombre de avanzada edad lamenta el poco respeto que han tenido los nuevos caciques, clausurando la línea con el sufrimiento de aquellos trabajadores que la construyeron con mucho esfuerzo, incluso pagando con su vida infraestructuras como el “puente de los imposibles”. Recuerda que pasaban varios mercancías al día, uno de ellos con un vagón de viajeros siempre abarrotado, y el tren de correos. También destaca que ya pasaba el Talgo por estas vías, llevándoles a él y a su esposa recién casados desde Utiel a Madrid a pasar una dulce luna de miel, en apenas dos horas.
En Camporrobles, pueblo activo en la reivindicación del tren, descansamos. Su alcaldesa convoca todos los días 7 de mes a concentrarse en la estación para que vuelvan los trenes, como medida para que el municipio no siga perdiendo población. Los pueblos, cada día más longevos, las pocas tabernas y tienditas que quedan abiertas las regentan personas migradas de América latina o del este de Europa, los pastores que cuidan las ovejas han venido de África. Los pueblos, cada vez más aislados, los mayores dependen de sus hij@s para que les lleven en coche víveres una vez por semana. Clausurar el tren y hablar de políticas de despoblación es una absoluta incongruencia.
El caciquismo reinante desmantela el tren que vertebra el país con nocturnidad y alevosía desviando sus recursos al AVE. Con esta política de alta velocidad y baja honestidad vamos a pasar de la España vaciada a la España muerta. Tenemos la sensación de que en unos años atravesar Cuenca, Soria o Teruel va ser como atravesar Laponia. Solo encontraremos a nuestro paso granjas de ganadería industrial y macrocentros de generación energética, eólica y fotovoltaica. El AVE carroñero que devora nuestros recursos económicos avanza por el país como si fuesen las venas por donde circula la corrupción, la prevaricación y el cohecho, para poder mantener el alto tren de vida de un puñado de facinerosos.
Nos hemos enterado de que los próximos objetivos del Ministerio de Fomento son el ferrocarril que une Zamora con Galicia y los trenes de vía estrecha (FEVE). Sospecho que el tren que no entra en los túneles de Cantabria y Asturias no es una negligencia, sino una premeditación. Luego nos vendrán con vías verdes. Para mí ya son vías negras donde fenece un tren público y social.
Si queréis informaros más al respecto no dejéis de ver el documental de Joel, tataranieto de un trabajador de esta línea de tren