Domingo, 07 de Septiembre de 2025 |

Carriles bici para reconectarnos con nuestra identidad cultural

Julen Iturbe-Ormaetxe Martes, 07 de Enero de 2025

El Tren de La Robla, el “hullero”, es el más largo de vía estrecha de toda la Europa Occidental. Inaugurado allá por 1894, finalizaba su recorrido en Lutxana (Barakaldo, Bizkaia) y traía el carbón hullero desde las minas de León para alimentar la siderurgia de finales del siglo XIX. Ahora la Diputación Foral de Bizkaia aprovechará parte de su infraestructura a su paso por Güeñes para transformar aquellos caminos de hierro en caminos para ciclistas y peatones. Bienvenidos más kilómetros para evitar a los vehículos motorizados de cuatro ruedas, esos con los que siempre salimos perdiendo en caso de colisión.

¡Qué mejor idea que recuperar antiguas infraestructuras de transporte para hacerlas de nuevos presentes a través de la bicicleta! Nuestra salud gana. Pero también nuestro patrimonio. Es importante reconectarnos con el territorio por el que pedaleamos. Si el Tren de La Robla es patrimonio, qué decir del Camino de Santiago. Porque el tren minero empleó, a su modo, una vía por la que muchos siglos antes los peregrinos se dirigían hacia la tumba del apóstol en Santiago de Compostela. Hoy la conocemos como Camino Olvidado y se dirige hacia las Merindades a través de Balmaseda.

 

Sea con la referencia industrial del tren minero o con la del peregrinaje medieval, la idea es pedalear en estrecha conexión con el territorio. Una vía ciclista lo es más si nos reconecta con nuestra identidad.

 

Extender el uso de la bicicleta requiere vías más seguras. Por eso las que son exclusivamente ciclistas (o compartidas con peatones) se erigen como factor fundamental. Necesitamos un entorno amable para el pedaleo, alejado de la presión que ejercen los vehículos motorizados. Cada vez es más frecuente observar cómo nuestro territorio, aquí en Bizkaia, se va cubriendo de carriles bici. Como quiera que el color rojo los delata, nuestro idioma ha encontrado la palabra palabra para identificarlos: bidegorris. O sea, caminos de color rojo. 

 

Estas infraestructuras siguen creciendo en kilometraje. Allá por la primavera de 2023 la Diputación informaba de sus planes: pretendía alcanzar los 365 kilómetros de vías ciclistas en 2035 frente a los 162 que había por entonces en servicio. Aludía a un “cambio de paradigma” para lograr que el 7,7% de todos los desplazamientos se hicieran sobre dos ruedas. Los datos de 2023 se quedaban en un raquítico 0,6%. El objetivo era eliminar 157.000 viajes mediante un vehículo privado y conseguir que se llevaran a cabo en bicicleta. Todavía, nos tememos, queda mucho por avanzar.

 

Andar en bici es una revista que acompaña este cambio de paradigma. Somos mejores personas sobre la bici y necesitamos olvidarnos de los peligros de los coches cuando lo hacemos. Así que nos alegramos de que las instituciones progresen en esta idea. Lo decíamos en el número 21 de nuestra revista impresa cuando hablábamos del bidegorri que evita la Nacional 634 entre Amorebieta y Durango. En fin, que no pare la dinámica. Más pedaleo, no lo olvidéis, nos hace mejores personas. ¿No lo veis así? Por cierto, en el número 16 ya hicimos una ruta por la comarca vizcaína de Enkarterri, conectada, en parte, con el Tren de La Robla.

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