Domingo, 07 de Septiembre de 2025 |

EL ESPEJO

Francisco Prieto

 

Desde muy pequeña quiso ser ciclista. Ahora, pocos días después de su retirada profesional, mantiene una cierta rutina antes de partir con su bicicleta a respirar aire fresco y liberarse un tiempo de la monotonía. Tras desayunar, pasa al lado de un espejo de unos cuantos siglos de antigüedad en su camino a revisar, con cierta nostalgia, el album de fotos y artículos de prensa que le preparaba su madre con mucho mimo. En ellas, aparece sonriente, siempre con un trofeo entre sus manos, desde sus primeros triunfos en categorías inferiores hasta su mayor día de gloria con la maglia rosa del aquel Giro que la encumbró entre las mejores del mundo.

 

Hoy, al regresar a casa tras su pertinente escapada, algo fuera de toda lógica la altera. Cuando vuelve a revisar aquella colección de imágenes del pasado sobre dos ruedas, de forma inexplicable las imágenes se van difuminando ante sus ojos para acabar desapareciendo y dejar aquellas hojas de cartón completamente blancas y sin contenido.

 

Es la primera vez que le sucede, pero desde aquel instante la escena se repite una y otra vez como si estuviera atrapada en el tiempo. Hasta que un día, al pasar por el espejo, decidió mirarse y ahí entró en shock. Delante de ella, aparecía una niña de unos 8 o 9 años, de aspecto angelical y con trenzas. Entonces comprendió que realmente ese era el momento de emprender su marcha habitual al colegio con su bicicleta. 

 

        

 

 

 

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