Sábado, 06 de Septiembre de 2025 |

Rodamos suave suave

De L’Espluga de Francolí a Morella

Viticultura heroica, las huellas de la Batalla del Ebro, la comarca del Matarraña y ¡trufas!

Texto y fotos: Julen Iturbe-Ormaetxe Miércoles, 21 de Febrero de 2024

Abrimos otra miniserie de artículos para compartir una ruta que pedaleamos en la Semana Santa de 2022. La covid-19 empezaba a quedar por fin atrás y había ganas de emprender una travesía que nos resarciera de las limitaciones que habíamos sufrido. Así es como di con una ruta a la que todavía hoy no sé qué título descriptivo le puede ir bien, porque engloba muchos y diferentes argumentos. Vamos con una primera entrega, que se corresponde con las tres primeras etapas de las catorce que pedaleamos.

 

 

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Así pues, vamos suave suave. Vente con nosotros, sin prisa, a pedalear con nuestras bicis de ruedas gordas.

Como en anteriores episodios, nos llevamos un libro de referencia: La montaña sagrada, de Jason Webster. Esa montaña no es otra que el Penyagolosa. Todavía no lo vislumbraremos en estos tres primeros días, pero durante muchos kilómetros emergerá cual faro de referencia, dispuesto a aparecer a la mínima que las nubes lo permitan.
No es esta una ruta para nada exigente en el plano técnico. De hecho, como suele ser habitual, no rehuimos el asfalto cuando hace falta. Así pues, allá vamos, para L’Espluga de Francolí. Elegimos este pueblo por algo: porque queríamos visitar el monasterio de Poblet. Empezamos fuerte.


Llegamos a L’Espluga, en la comarca de la Conca de Barberá, Tarragona interior, a media tarde, pero en vez de dirigirnos a nuestro alojamiento, nos acercamos directamente al monasterio de Poblet, que queda a un par de kilómetros. Como decíamos antes, es uno de los tres que hoy en día conforman la Ruta del Císter. Su auge tuvo lugar en el siglo XIV y las horas bajas le llegaron con la famosa desamortización de Mendizábal. Es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, un mérito que comparte en España con los de Guadalupe, El Escorial, San Millán de Yuso y San Millán de Suso. Ojo, que lo mismo es pregunta de Trivial.

 

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Entre otras maravillas, en Poblet puedes visitar el palacio del rey Martín I de Aragón, el Humano, al que llamaban así por su gran pasión por las humanidades y los libros. Se ve que no todos los reyes de la época eran de matar y matar. Bueno, a saber lo que es verdad o mentira en la historia oficial de los siglos XIV y XV. Lo que sí parece que fue una fiesta fue su sucesión, que incluye la muerte de Martín I en 1410 “de una indigestión y un ataque de risa”. Hay que ser serio, por favor. Bueno, a lo que vamos, que me desvío. Si vas a visitar también los otros dos monasterios de la Ruta del Císter, quizá te interese hacerte con el carnet 6T, “Itinerario de la Ruta del Císter por el GR 175”. 


De vuelta a L’Espluga de Francolí, aprovechamos para pasear por sus calles y subir hasta las ruinas del castillo. Para otra ocasión queda la visita a sus cuevas.

 

La primera etapa nos deja una mañana fresca. Tenemos que pasar de nuevo junto al monasterio de Poblet y ascender el Coll de Prades para llegar al pueblo del mismo nombre y adentrarnos en las comarcas del Baix Camp y la Conca de Barberà. Desde L’Espluga son casi veinte kilómetros para salvar un desnivel de 631 metros. O sea, lo que viene a ser un puerto tendido y disfrutón. La carretera, en muy buen estado, serpentea y nos conduce, entre la niebla, por bosques de pinos y encinas. La humedad es elevada. Veo en mi GPS cinco grados de temperatura. Vaya con la broma.

 

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Paramos en la coqueta Plaza Mayor de Prades, a ver si nos calentamos un poco. Está a rebosar. Es zona de moteros. Cuesta hacerse un hueco y no está el día para quedarse a la intemperie, en una de las numerosas terrazas. Al final, ni para ti ni para mí: nos protegemos del frío bajo unos soportales a la espera de entrar en calor. No creas que lo conseguimos.


Desde Prades hasta nuestro primer final de etapa en Mora d’Ebre el terreno es claramente descendente. En sesenta kilómetros van a ser mil metros hacia abajo con alguna que otra pequeña tachuela en el camino. En total 1.428 metros de desnivel acumulado para esta primera etapa. Seguimos ruta, que nos enfriamos otra vez.
El siguiente hito estaba marcado con nitidez: Siurana, con su espectacular castillo de origen árabe y, sobre todo, la leyenda del Salto de la Reina Mora. Nosotros, tras un tramo entretenido por unas pistas que atravesaban un hermoso encinar, enseguida nos damos cuenta de que el turisteo se ha apoderado de Siurana. Parking 1, parking 2, parking 3. Gente, gente y gente. Continuamos hacia Falset.


La bajada desde Siurana hacia Cornudella de Montsant es espectacular. Claro que con lluvia no es lo mismo. Sí, está lloviendo. En Falset paramos a comer algo y afrontar los últimos kilómetros hasta Mora d’Ebre. Estos pueblos cuentan, cómo no, con su celler. La bodega, con su cooperativa detrás, presume de vinos. De hecho, a lo largo de toda la ruta ya hemos visto más de una obra de arquitectura de postín repartida por las laderas de las montañas, todas repletas de bancales con sus vides en perfectas hileras. Así hemos sabido de la viticultura heroica. Nada de máquinas: la vendimia, a mano. Y los olivos a su lado. Vino y aceite.

 

Alcanzamos por fin el río Ebro dejando la carretera nacional por un desvío a la derecha que nos dirige hacia El Masroig. Llegamos a Mora d’Ebre, que contempló una de las batallas más sangrientas de la Guerra Civil española: 16.500 muertos, 64.000 heridos y cerca de 25.000 prisioneros. La conocida como Batalla del Ebro duró de julio a noviembre de 1938 con combates en torno al Bajo Ebro, desde Mequinenza hasta Cherta. La tarde de esta primera etapa nos da para pasear por Mora d’Ebre sin poder evitar que la tristeza nos encoja un poco el alma.

 

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La siguiente jornada comienza también pegada a los recuerdos de la Batalla del Ebro. Corbera d’Ebre la recuerda desde su Poble Vell. Las ruinas son testigo de lo que pasó. Por la zona se reparten varios centros de interpretación de la batalla. Además del de Corbera, los hay en Batea, Pinell de Brai, La Fatarella y Vilalba dels Arcs. Un poco antes de llegar hasta este último pueblo paramos en el cruce de Quatre Camins, un lugar estratégico en el que las dos partes en contienda excavaron sus trincheras a escasos metros entre sí.


Tras un terreno con sus buenas rampas, entre pistas que suben y bajan a merced de la orografía, salimos a la comarca de Matarraña. Nos esperan Calaceite, Cretas y nuestro final de etapa en Valderrobres. Son lugares con historia. En Cretas, por ejemplo, su Plaza Mayor data de los siglos XV y XVI. En ella luce hoy una columna central con el antiguo escudo, que incluye la cruz de la orden de Calatrava. Esta columna estuvo ubicada en las afueras del pueblo hasta 1962, cerca de una ermita dedicada a San Roque. Alguien pensó, sin embargo, que lucía mejor aquí.

 

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Camino de Valderrobres cogemos un pequeño tramo de la Vía Verde del Zafán. Nos topamos también con las típicas granjas de cerdos convenientemente aromatizadas. En Valderrobres es obligada la foto sobre su puente, del siglo XV. Se la enviamos a una compañera de la universidad, que es de aquí. 


La tercera y última etapa de esta primera entrega de nuestra travesía nos lleva hasta Morella. Eso supone dirigirnos hacia Beceite, otro pueblo con encanto y otro puente elegante, esta vez del siglo XVI y con un solo ojo. Tomamos la pista que conduce hacia el Embalse de Pena, muy fotogénico con sus aguas azul turquesa. Lo bordeamos durante unos cuantos kilómetros y seguimos hacia Peñarroya de Tastavins. Desde allí ya solo queda ascender el puerto de Torre Miro. Otra subida encantadora por una carretera tranquila y con vistas al valle.

 

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Por fin, arriba nos entra de nuevo la niebla. Llovizna. Se intuye Morella allá abajo. Dejamos la carretera y tomamos un sendero siguiendo las marcas del GR-331, Camino de Santiago. Otra vía más. Sigue cumpliéndose el dicho: no hay travesía que hagamos en la Península Ibérica que no se tope con una vía del Camino del Santiago. El GR nos deja en el Arco de la Pedrera, a las puertas de Morella. En el cielo, unos nubarrones nos avisan. Nos salva la campana. Tras las gestiones habituales en nuestro alojamiento de ducha, lavado y adecentado de ciclistas y velocípedos, toca buscar cena. Cómo no, la trufa tiene que estar presente.


A ver qué tal amanece mañana. El pronóstico anuncia lluvia. Lluvia en cantidad.

 

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DATOS DE LAS RUTAS

 

FOTOGRAFÍAS DE LA RUTA: https://flic.kr/s/aHBqjzEzbb 


CRÓNICAS ESCRITAS EN SU DÍA EN EL BLOG Y TRACKS DISPONIBLES EN: https://www.consultorartesano.com/category/rodamossuavesuave/bajoebro 


TRACKS DE CADA UNA DE LAS TRES ETAPAS:


• L’Espluga de Francolí – Mora d’Ebre 
https://connect.garmin.com/modern/activity/8613404872  


• Mora d’Ebre – Valderrobres 
https://connect.garmin.com/modern/activity/8619443803

 
• Valderrobres – Morella 
https://connect.garmin.com/modern/activity/8624775651 

 

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