
Tras la aprobación en marzo de 2022 de los Reales Decretos en los que se recogía la obligación de incluir enseñanzas en materia de educación vial en Infantil, Primaria y Secundaria, la realidad es que, como suele ocurrir cuando se producen cambios en el sistema educativo, la llegada de esta formación a las aulas se realiza de forma desigual.
Introducir la formación en seguridad vial en los colegios ha sido una demanda desde hace décadas por parte de todo tipo de asociaciones y estamentos relacionados con la siniestralidad en carretera. Unas cifras de accidentes que, si bien se han reducido paulatinamente desde hace décadas poniendo a nuestro país entre los más seguros de Europa, aún suponen una intolerable sangría, especialmente en lo referente a usuarios vulnerables como son los peatones y los nuevos medios de movilidad entre los que bicicletas y vehículos de movilidad personal se postulan como los futuros protagonistas de los desplazamientos en nuestras ciudades.
Una educación vial que se introdujo en el pasado curso 2022/2023 en el sistema educativo español, orientada a cultivar y fomentar valores de seguridad que hagan posible una ciudadanía más respetuosa con las normas de circulación y más concienciada en la utilización de modos de movilidad sostenible frente al paradigma actual en el que el coche sigue dominando el panorama de las urbes.
La educación vial hasta ahora
Sin duda, una de las grandes lagunas en materia de educación ha sido históricamente la seguridad vial, prácticamente ausente de nuestras aulas. Sólo la llegada de los jóvenes a la mayoría de edad y el casi automático proceso de estudiar y examinarse para la obtención del permiso de conducir había sido, hasta ahora, la única enseñanza al respecto recibida por la mayoría de la población española. Una formación más centrada en las normas de circulación y en el aprendizaje del manejo del vehículo que en la concienciación de la necesidad de cumplir las normas o de otros aspectos implicados en la movilidad, con total carencia de cultivo de valores que tomen en consideración los nuevos paradigmas de sostenibilidad.
Esto ha provocado que en estas últimas décadas el respeto a las normas únicamente haya sido aplicado por medios coercitivos como el endurecimiento de las sanciones o la implantación del carnet por puntos en vez de crear conciencia social de que el respeto a la normativa es condición necesaria para la reducción de la siniestralidad.
Muy limitadamente, este vacío lo han procurado llevar algunas iniciativas de asociaciones y otras entidades como la policía municipal de ciudades concretas, que han acercado a los más jóvenes el conocimiento de las normas y señales de tráfico y, en algunos lugares muy puntuales, se han llevado a cabo acciones de formación práctica utilizando, en la mayoría de los casos, la bicicleta como herramienta ideal con la que empezar a moverse de forma autónoma en la vía pública.
En este aspecto, Fundación MAPFRE ha venido desarrollando una notable tarea con actividades gratuitas dirigidas a que niños y niñas aprendan a identificar y evitar situaciones de peligro, así como dotarles de conocimientos y habilidades para evitarlas, de manera muy didáctica, una mezcla de aprendizaje y juego.
Reglando lo existente
Tomando como base estas iniciativas, existentes se elaboraron los Reales Decretos en los que se recogen las enseñanzas mínimas que deben recibir los alumnos de Primaria y Secundaria entre los que se encuentran, de forma obligatoria, los relacionados con la seguridad vial. Sin embargo, un aspecto llama la atención desde una primera lectura de estos textos: la seguridad vial no se incluye en el currículo como una asignatura con plena entidad, sino que se imparten los diferentes contenidos de forma transversal entre distintas asignaturas. Es en este aspecto donde se presentan, a nuestro juicio, los problemas.
Pese a que sobre el papel todo resulta ideal, la realidad que se denuncia desde algunas entidades es que el profesorado no ha recibido la necesaria formación para impartir los conocimientos suficientes de seguridad vial, por lo que, en muchos casos, continúa dependiendo de la predisposición de cada docente a la hora de impartir estos contenidos. De hecho, entre el profesorado consultado para la elaboración de este artículo parecía sonar a chino cuando les preguntábamos sobre como introducen en sus asignaturas los contenidos requeridos en materia de educación vial.
Es en la asignatura de Educación Física donde recae el grueso de la responsabilidad de impartir la materia. Un ejemplo: hemos utilizado para documentarnos, unas entrevistas realizadas en los institutos de la ciudad de Leganés, en la periferia de Madrid, cuyos profesores de educación física llevan a cabo esta formación en colaboración con la Policía Municipal de la ciudad, y que son los que se encargan de acudir a los centros e impartir los conocimientos teóricos y preparar, en un primer nivel orientado a los más jóvenes, un pequeño circuito para enseñar a los niños a circular por ciudad, la interpretación de la señalización, etc. Dirigido a jóvenes de más edad, también preparan diferentes recorridos urbanos en bicicleta que enseñan en una situación real, adecuadamente guiados, los pormenores de la circulación en bici.
Sin embargo, desde el profesorado se critica la falta de medios. Para muchos de ellos resulta casi imposible planificar este tipo de actividades ante la imposibilidad de conseguir bicicletas o cascos para todos los alumnos, ya que muchos de ellos no cuentan con estos elementos. De hecho, alguno nos explicaba que lo suplían con circuitos en el patio donde se colocaban distintas señales artesanales y donde los niños simulaban la circulación por ciudad mientras se desplazaban andando o corriendo.
Para ayudar a impartir estos contenidos, los profesores se pueden apoyar en los recursos que Fundación MAPFRE pone a disposición de los docentes con distintas guías de Seguridad Vial orientadas a distintos rangos de edad y que facilitan mucho el trabajo a la hora de transmitir los contenidos teóricos.
De todas formas, resulta preocupante que, pese a la legislación vigente, la formación en materia de seguridad vial en nuestras escuelas aún siga siendo una asignatura pendiente. En cualquier caso, como las competencias de educación están transferidas a las distintas comunidades autónomas que, a su vez, desarrollan lo establecido en estos reales decretos en su propia legislación autonómica, la implantación de la educación vial resulta muy desigual y, al final, acaba quedando, como muchas otras materias, en manos del criterio individual de cada centro y de cada docente.
En el ánimo de mejorar en este campo, los docentes consultados lo tienen claro. La Seguridad Vial tendría que contar con entidad propia como asignatura. Quizás no sólo una única asignatura ya que quizás el contenido no dé para todo ello, pero puede integrarse como parte relevante en una única materia como puede ser la relacionada con los Valores o junto con otros contenidos como puedan ser los Primeros Auxilios.