
La seguridad vial es, a menudo, uno de los grandes olvidados en las agendas de los gobernantes. Sin embargo, atendiendo a una reivindicación que llevaba sobre la mesa más de treinta años, en marzo de 2022 se introducía por fin la educación vial en el currículo de los alumnos de primaria y secundaria con la aplicación del Real Decreto en el que se regulan las enseñanzas mínimas.
Habitualmente, sólo nos acordamos de la seguridad vial cuando ocurre un suceso especialmente trágico o mediático que vuelve a poner sobre la mesa las carencias en esta materia. Si bien es cierto que, en España y en comparación con nuestros vecinos europeos, gozamos de unos niveles de seguridad vial tremendamente destacables que, en cifras del año 2022, nos colocan en el sexto lugar si nos referimos a cifras de fallecidos por millón de habitantes.
No obstante, los 1.746 fallecidos en carretera durante el pasado año, entre los que se cuentan 81 ciclistas, 348 peatones y 8 usuarios de los nuevos vehículos de movilidad personal, cada vez más presentes en nuestras ciudades continúan constituyendo un duro peaje en vidas humanas ante el que no hay que bajar la guardia, máxime cuando estos datos, unidos a los del año 2021, suponen una ruptura de la tendencia descendente de la que disfrutábamos a lo largo de los últimos años.
Todo ello, a pesar de la tarea de concienciación llevada a cabo por la DGT desde hace décadas, con campañas publicitarias que en más de una ocasión han dado que hablar por su crudeza; y también de otras medidas como el endurecimiento de las penas o la introducción del carnet por puntos acompañada de una mayor vigilancia en carretera.
El problema de todas estas actuaciones es, en primer lugar, que su efecto se ha ido diluyendo poco a poco con el paso del tiempo y, por otro lado, que siempre van enfocadas a los conductores, es decir, a quienes ya utilizan la vía. Quedaba pendiente una reivindicación histórica como es inculcar los valores de respeto a las normas y al resto de usuarios de la vía entre los futuros conductores, es decir, la educación vial. Una laguna que, sobre el papel, quedaba resuelta con la aprobación de los Reales Decretos 157/2022 y 217/2022, en los que se regulan las enseñanzas mínimas en educación primaria y secundaria respectivamente y que desarrollan lo dispuesto en la actual ley de educación, la LOMLOE que ya avanzaba la introducción de enseñanzas relacionadas con la seguridad vial.
Con la llegada de la educación vial a las aulas se busca desarrollar hábitos de movilidad activa, autónoma y saludable entre los alumnos a la vez de fomentar actitudes que, en el futuro, sirvan como prevención de los siniestros de tráfico. Enseñanzas introducidas ya desde el curso 2022/23 integradas en distintas asignaturas.
En lo que respecta a la educación infantil, la seguridad vial se integra en el área Crecimiento en Armonía, centrándose en el tipo de desplazamientos que realizan los niños a estas edades y dirigiendo el foco a identificar las situaciones potencialmente peligrosas.
Ya dentro de la educación primaria, aumentan los contenidos que se reparten entre las asignaturas de Educación en Valores, Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural y Educación Física. En la primera de ellas se trabajará la movilidad, segura, saludable y sostenible, haciendo inciso en el conocimiento de las normas básicas, señales de tráfico, etc. tanto desde el punto de vista del peatón como de la bicicleta y otros vehículos. Normas que también se tratan en la asignatura de Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural, pero aquí haciendo hincapié en el entorno de la ciudad como espacio de convivencia. Por último, la asignatura de Educación Física es en la que el alumno toma un papel más activo. En el primer ciclo centrándose en su figura como peatón mientras que, en el segundo ciclo de primaria se introducen las normas y el uso de la bicicleta todo ello a través de actividades prácticas para adquirir las capacidades adecuadas tanto como peatón como para montar en bici.
En lo que respecta a la educación secundaria, la enseñanza de seguridad vial se lleva a cabo integrada en tres asignaturas: Educación Física, Física y Química y Geografía e Historia. Al igual que ocurre en primaria, Educación Física es la asignatura más relevante a la hora de introducir la educación vial en el currículo del alumno. Ya en este rango de edad se incide en el respeto a las normas de circulación, así como todo lo que hay que tener en cuenta a la hora de utilizar la bicicleta como medio de transporte habitual. Además, se hace una introducción sobre cómo actuar en caso de siniestro, como conocer las conductas PAS, es decir, prevenir, avisar y socorrer.
Las otras dos asignaturas cuentan con un papel menor en lo que respecta a la educación vial. En Física y Química se trabaja en la comprensión de las fuerzas y en cómo se comportan los materiales ante la acción de estas, dándole un enfoque relacionado con la educación vial, por ejemplo, en el estudio de las fuerzas generadas en una colisión, o las fuerzas que afectan a un ciclista a la hora de tomar una curva. Por su parte, la asignatura de Geografía e Historia refuerza los conocimientos introducidos en Primaria tratando el encaje de la seguridad vial y la movilidad segura y saludable en el espacio público.
Unos conocimientos que introducidos desde la infancia buscan generar una conciencia en la que el respeto a las normas es parte esencial en la prevención de siniestros de tráfico y, a su vez, crear una cultura de la movilidad sostenible, segura y saludable que cambie actitudes que vemos demasiado a menudo como utilizar el coche para cualquier desplazamiento, incluso para algunos ridículamente cortos. En todo caso tocará esperar a que los niños que ahora comienzan a recibir esta educación alcancen la edad de convertirse en usuarios de la vía y ver si en realidad han surtido el efecto deseado.